La Reencarnación - ¿Un Viaje Espiritual a Través del Tiempo?
Muchas fueron las reacciones, debates y preguntas sobre nuestro artículo anterior de "La vida después de la Muerte". Para dar respuestas a muchos comentarios que nos hicieron llegar, trataremos en particular este tema de "La Reencarnación" en este artículo.
En el vasto y enigmático universo de lo esotérico y lo oculto, la creencia en la reencarnación ha sido una constante a lo largo de los siglos. Esta fascinante noción sostiene que el alma de un individuo, tras la muerte de su cuerpo físico, tiene la capacidad de renacer en un nuevo cuerpo para continuar su viaje espiritual y evolutivo. La reencarnación, vista como un proceso fundamental en el devenir del alma, se considera una oportunidad para aprender lecciones, corregir errores pasados y avanzar en el camino hacia la iluminación y la conciencia plena
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Para todas las escuelas iniciáticas, esotéricas y de sabiduría, la reencarnación es un hecho cierto y comprobado, siendo, por lo demás, la causa primera por la cual cada persona durante su tránsito terreno debe procurar mejorar en sus facetas espirituales e intelectuales, en vista a un crecimiento trascendente que lo ligue, de manera definitiva y trasmutadora, con el plan trazado por el Gran Arquitecto del Universo. La reencarnación es una de las creencias más antiguas. Forma parte del Hinduismo, el Budismo y de otras filosofías orientales. En Occidente, la reencarnación tuvo adeptos entre algunos filósofos griegos. En nuestros tiempos se encuentra entre las enseñanzas de las sociedades teosóficas, los gurús indios, los psíquicos y el movimiento de la "Nueva Era" por el cual se han importado muchas creencias orientales, casi nunca comprometiéndose a serios cambios de vida, sino como algo que simplemente está de moda.
En la búsqueda de la verdad oculta, las civilizaciones más antiguas, como la sumeria, egipcia, china y persa, profundizaron en el concepto de reencarnación. Sin embargo, estos conocimientos se reservaban exclusivamente para los iniciados, lo que llevó a los historiadores oficiales a suponer que estas culturas no creían en la reencarnación. Pero esto es un error absoluto. Los sacerdotes de estas sociedades dedicaban sus días a la espiritualidad y a desentrañar las leyes universales, con el objetivo de estar mejor preparados para una futura vida.
Es por ello que el enorme esfuerzo que dedicaron aquellos iniciados a la edificación de pirámides, tumbas y demás construcciones funerarias, no demuestra en absoluto que creyeran en una sola existencia terrestre. Puesto que dichos monumentos tuvieron otras finalidades y nunca fueron tumbas. Así sucede con las pirámides de Kheops, Kefren y Micerino, en las que, si bien jamás fue hallado un esqueleto humano o una momia, los egiptólogos ortodoxos siguen insistiendo en que fueron tumbas, cuando en verdad son monumentos a la sabiduría científica y esotérica. Cuando apareció el Budismo en la India, en el siglo V a. J., adoptó la creencia en la reencarnación. Por ello se extendió en China, Japón, el Tíbet, y más tarde en Grecia y Roma, y así penetró también en otras religiones, que la asumieron entre los elementos básicos de su fe.
La primera vez que aparece la idea de la reencarnación es en la India, en el siglo VII a. J. La creencia en la reencarnación se refiere a la transferencia del alma de una persona muerta al cuerpo de otro ser. Sin embargo, no se encuentra esta idea en las fuentes básicas del judaísmo. La mística cabalística y el “Zohar” son los primeros textos judíos que abordan el tema de la reencarnación, aunque el judaísmo nunca aceptó oficialmente esta creencia.
La Perspectiva del Judaísmo
En el Salmo 29, se puede leer: “Señor, no me mires con enojo, para que pueda alegrarme, antes de que me vaya y ya no exista más” (v.14). Este pasaje refleja la perspectiva del judaísmo sobre la muerte y el espíritu. De igual manera, el Libro de la Sabiduría afirma: “El hombre, en su maldad, puede quitar la vida, es cierto; pero no puede hacer volver al espíritu que se fue, ni liberar el alma arrebatada por la muerte” (16,14). Estas palabras reflejan la creencia judía en la mortalidad del alma y la imposibilidad de su regreso a la vida después de la muerte.Fue recién en el año 200 a. J. cuando el pueblo judío adoptó la fe en la resurrección, y quedó definitivamente descartada la posibilidad de la reencarnación. Algunos eruditos creen que las ideas de resurrección y reencarnación pueden tener un origen común en religiones extremo orientales, que llegaron a influir en reducidos grupos de judíos. Sin embargo, no hay evidencia sólida que respalde esta teoría. El cristianismo, nacido del judaísmo mismo, es igualmente resurreccionista y no acepta la reencarnación. La fe en la resurrección de Jesucristo es un elemento fundamental en la teología cristiana, y no hay lugar para la creencia en la reencarnación en este contexto. La resurrección de Jesús es vista como un evento único y definitivo, que marca el fin de la mortalidad humana y el comienzo de una nueva era espiritual.
¿Evidencia?
El cuerpo más abundante de evidencia que apoya la doctrina de la reencarnación ha sido debidamente reunida por el doctor Ian Stevenson, médico psiquiatra y parapsicólogo de la Universidad de Virginia, que desde los años ´70 del Siglo XX se dedicó a indagar en casos de presunta “memoria extracerebral”, atribuible a presuntas reencarnaciones. Y así como una imagen vale por mil palabras, un relato extraído de las publicaciones hechas por Stevenson nos eximirá de mayores aclaraciones.
El caso que hemos elegido para dicha comprobación es el de Indika Guneratne, un niño de Sri Lanka (justamente donde decidió radicarse Arthur Clarke) nacido en 1962 y que Stevenson comenzó a estudiar seis años después.
Indika por primera vez comenzó a hablar cuando tenía aproximadamente dos años, y uno o dos años después empezó a describir una supuesta vida anterior en la que había sido un acaudalado residente de Matara, ciudad en la costa sur de Sri Lanka. Entre sus recuerdos se encontraban las características de la suntuosa mansión en que había residido, el auto Mercedes Benz que poseía, como así también algunos de sus objetos preferidos y los elefantes que eran de su propiedad. Asimismo, brindaba otros datos muy precisos, como que el nombre de su chofer había sido Premdasa.
A partir de esos dichos, el padre de Indika, G. D. Guneratne, indagó en las afirmaciones de su hijo hasta llegar a descubrir (y sorprenderse) que un hombre de esas características y condiciones realmente había vivido en Matara, la ciudad indicada por su hijo. Pero no llevó adelante ninguna investigación más, tarea que sí le cupo a Stevenson.
Así, se pudo determinar que aquel personaje de la vida anterior que describía el pequeño, se trataba de K.G.J. Weerasinghe, un acaudalado comerciante de maderas, fallecido en 1960, dos años antes del nacimiento de Indika. Stevenson se encargó de constatar también que todos los dichos del niño coincidían, salvo algunos detalles. El fallecido sólo tenía un elefante y no varios. Tampoco había sido dueño de un Mercedes. Pero, y esto es igualmente extraordinario, la patente recordada por Indika coincidía con un automóvil de esa marca cuyo propietario había sido un vecino de un pueblo cercano. Los recuerdos coincidían en un 90 por ciento con la realidad histórica.
Ahora bien, había algunos desaciertos, es verdad. Entonces cabe una apreciación: ¿puede la memoria, sobre todo la de un reencarnado, ser perfecta? Cabe aquí suponer que precisamente el hecho de que haya habido errores brinda mayor credibilidad a los dichos de Indika. Esto sugiere que la memoria de un reencarnado no es inmune a la imperfección, lo que podría ser un indicador de la autenticidad de sus experiencias.
Stevenson presenta este caso como uno de los más sugestivos a favor de la reencarnación. La complejidad de los detalles y la inconsistencia en la memoria de Indika pueden ser vistas como pruebas de la veracidad de su testimonio. Esto no solo refleja la capacidad de la memoria para recordar eventos pasados, sino también su capacidad para recordar eventos que no pueden ser explicados por la lógica o la razón.
La creencia en la reencarnación va en franco crecimiento en todo Occidente. Así, resulta asombroso comprobar de qué forma cada vez es mayor el número de aquellos que, aun siendo católicos, aceptan la reencarnación. Al respecto, una encuesta realizada en la Argentina por la empresa Gallup reveló que el 33% de los consultados cree en ese paso.
En Europa, el 40% de la población se adhiere gustosa a esa creencia. Y en el Brasil, un país lleno de contradicciones en las creencias, nada menos que el 70% de sus habitantes son reencarnacionistas. Por su parte, el 34% de los católicos, el 29% de los protestantes y el 20% de los no creyentes, en la actualidad la profesan.
Como para analizar en detenimiento, y no encerrarnos en pensamientos obtusos, es importante considerar estos datos y reflexionar sobre la creciente aceptación de la reencarnación en Occidente. La creencia en la reencarnación es un tema que trasciende fronteras y religiones, y su crecimiento es un indicador de la evolución de la conciencia humana.
La reencarnación es un tema fascinante que ha sido objeto de estudio y especulación en diversas tradiciones esotéricas y ocultistas. Esta creencia en la continuidad del alma a través de múltiples vidas ofrece una perspectiva amplia y esperanzadora sobre el propósito último de la vida. Si deseas profundizar en este tema y descubrir más sobre la reencarnación desde una perspectiva esotérica, te invitamos a unirte a nuestra Fraternidad Ocultista y a seguirnos en nuestro canal de WhatsApp, donde compartimos información directa desde el corazón de la fraternidad.
Referencias
- "The Bhagavad Gita" (traducción de Eknath Easwaran). Nilgiri Press, 2007.
- "The Tibetan Book of the Dead" (traducción de W.Y. Evans-Wentz). Oxford University Press, 1927.
- "Theosophical Glossary" de Helena Blavatsky. Theosophical Publishing House, 1892.
- "The Astral Plane" de Charles Webster Leadbeater. Theosophical Publishing House, 1895.
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